Toyo Ito: «La arquitectura tiene que ser más libre»

EL AUTOR de la mediateca de Sendai, icono incontestable y temprano de la arquitectura del siglo XXI, es persona afable sin ápice de vanidad. Parece en paz consigo mismo y con su entorno, y muestra la eficaz urbanidad nipona que tanto se agradece. Es menudo y grácil, y quizá por su afición juvenil al béisbol, y en los últimos años al golf, tiene 68 años y representa 50. Escucha con atención y aparente desapego, le agrada reír, jugar con lo poético y la ironía sutil, y confiesa que le gustan el sake y el karaoke. Mantiene en Tokio una casa experimental, llamada Silver Hut, que construyó a los 43 años, aunque en pocos meses se trasladará a la vivienda del Museo Ehime, que construye para su obra y archivo en un parque frente al mar, en la isla de Imabari.

En ese mismo edificio de formas poliédricas anhela abrir una escuela de arquitectura y de arte, tal vez un Taliesin propio, que viene a coincidir con el preciso momento en que el trabajo del maestro parece encaminarse hacia las pautas de Wright. Toyo Ito cree que la arquitectura depende del presente, de la naturaleza y del ser humano. Admira a Le Corbusier y sobre todo a Gaudí, cuya obra visitó en su juventud. Acaba de inaugurar en Barcelona la fachada ondulante de un hotel frente a la Casa Milà del arquitecto catalán, que le llena de sorpresa y satisfacción.

En la misma ciudad, ha terminado las dos torres de Porta Fira y la ampliación de la propia Fira. Está construyendo en Torrevieja un poderoso Parque de la Relajación en forma de caracola, y en breve comenzará las obras de un conjunto de viviendas sociales en Logroño, mientras proyecta una residencia de ancianos en Valencia y una probable bodega en Laguardia. Buena parte de su trabajo actual está en España, en Japón y en Taiwan, que cuenta con una reciente obra maestra, el estadio olímpico de Taipei. Tampoco faltan ejemplos suyos en Europa, Estados Unidos, Chile y México, donde forma parte del equipo que proyecta el Centro JVC de Guadalajara.

El arquitecto Toyo Ito

El arquitecto Toyo Ito. Enrique Domínguez Uceta.

Una docena de premios, incluyendo el León de Oro de la Bienal de Venecia, el del RIBA londinense y la Medalla del Círculo de Bellas Artes de Madrid, que acaba de recibir, avalan el centenar de edificios y las piezas de mobiliario ideados en cuatro décadas de profesión. Todos ellos son diferentes entre sí, y distintos a los propuestos por otros arquitectos contemporáneos. La exposición de su obra en Casa Asia de Madrid, que permanecerá hasta el 28 de febrero, así lo demuestra. Las raíces de la arquitectura del maestro japonés están en la naturaleza, de donde extrapola la levedad matérica, el efecto de la luz, la forma y la geometría que caracterizan la imagen etérea de sus espacios, y la intención de los escritos que reflejan su filosofía sobre lo virtual y la sociedad contemporánea.

Profesor y conferenciante lúcido y ameno, los estudiantes llenan las salas a las que acude, con la intención de averiguar por qué el maestro se refiere con insistencia a las relaciones que aprecia entre el árbol y la arquitectura. Toyo Ito nos recibe en el parque de La Gavia de Madrid, en plena obra, el mismo día en que se realiza el bautismo del suelo con el agua de prueba de un camión cisterna. No es el primer parque que Ito proyecta. Le anteceden los bulbos habitables del parque Grin-Grin en la Island City de Fukuoka, en Japón, y le seguirá el parque de Murcia.

Circula el agua, que brilla en el desierto de yesos, y el maestro propone dos sitios para la conversación a través de su cordial asistente, Suichi Kobari, arquitecto de la oficina que Ito dirige en Barcelona. Uno de los lugares es práctico, la caseta de obra. El otro, poético, la cumbre de una de las colinas, mirador que domina la vista de los Árboles de agua que ha proyectado tendidos en el suelo, formando renovadas líneas de Nazca.

Por coincidencias de la inspiración, el parque de este poeta de la arquitectura lleva el nombre del poemario escrito por Acacia Uceta en 1986. La conversación se inicia, y pronto se convierte en una distendida charla que traduce Maite Shigeko, la entusiasta japonesa que lleva dos décadas siendo la voz en castellano del maestro, y es capaz de interpretar las palabras, los gestos suaves, las exclamaciones y la risa constante de Toyo Ito, que habla siempre en japonés.

Pregunta. De un maestro que ha dedicado toda su vida, con notable éxito, a investigar y a experimentar en su obra la razón de ser de la creación arquitectónica, se espera la solución a las cuestiones más difíciles. ¿Qué es para Toyo Ito la arquitectura?

Respuesta. Para mí tiene que permitir obtener la libertad. A lo largo de la historia, la arquitectura ha servido para establecer un orden dentro del orden que se llama naturaleza, que es muy compleja y diversificada. Este segundo orden ha sido diferente en según que etapas. La arquitectura trata de crear un espacio dentro del espacio natural, y el modo en que se haga es esencial. Siempre me ha parecido que querer mantener el orden de una etapa anterior no está bien. Llegaría un momento en que el orden antiguo apresaría al ser humano. Hay que ir cambiando según cambia la vida. De ahí viene mi definición, y mi convicción, de que la arquitectura tiene que permitir obtener, o aportar la libertad. Y yo creo que en el siglo XXI, pensar en la relación entre el ser humano y la naturaleza va siendo un tema crucial.

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