Los dibujos espectrales de Xavier Valls

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La galería Fernández-Braso rinde homenaje a este artista en el décimo aniversario de su fallecimiento con una exposición de sus dibujos a lápiz de paisajes, bodegones y retratos, en un recorrido que abarca desde sus primeras etapas (1962) hasta casi el final de su trayectoria (2001). Hasta el 22 de abril

En el pasado mes de septiembre se cumplieron diez años del fallecimiento de Xavier Valls y la galería de arte Fernández-Braso ha querido recordarle organizando una exposición muy especial de quien es un artista muy singular. Bajo el título, Xavier Valls. Dibujos, 1962-2001, esta es la primera exposición de dibujos a lápiz sobre papel realizada sobre el artista, con obras que abarcan desde sus primeras etapas hasta los realizados casi al final de su trayectoria.

Xavier Valls y Luisa en el estudio, retratados por Marc Attali, 1979. Arriba, «Dos cerámicas», 1999, dibujo a lápiz, papel Richard de Bas, 21 x 30 cm. Todas los dibujos de Xavier Valls, cedidos por la galería Fernández-Braso.

El conjunto de dibujos presentes en la exposición, formada por los habituales temas del pintor, paisajes, bodegones y retratos, aparecerán reunidos en un catálogo acompañados de textos escritos para la ocasión por Francisco Calvo Serraller y Miguel Fernández-Braso.

Xavier Valls (Barcelona, 1923-2006) llega a París en 1949, después de que el Instituto Francés de Barcelona le concediera una beca para residir en el Colegio de España de la Ciudad Universitaria. Esta primera toma de contacto con la ciudad de París será el inicio de una estancia que siempre acompañará y modulará la obra del artista, quien alternará los periodos de su piso parisino del quai de L´Hôtel de Ville con los veranos en Horta, casa que le vio nacer en septiembre de 1923.

«Desnudo de espaldas», 1977, dibujo a lápiz, papel Canson, 50 x 34 cm.

En ese año de 1949 coincide, entre otros, y en el mismo Colegio de España, con dos artistas fundamentales en el devenir del arte abstracto español, Pablo Palazuelo y Eduardo Chillida. Javier Maderuelo, en el catálogo Palazuelo. Línea y plano en el espacio (Banca March, Fundación Francisco Godia, 2012), dedicado al análisis de la vida y obra del artista, recuerda el ambiente de aquellos años: «La guerra europea había sofocado todo movimiento de vanguardia, mientras que el arte figurativo, tanto el de corte académico como el expresionista, empezaron imponiendo su poder frente a una abstracción diluida en poéticas personales».

Si a este momento histórico le añadimos la importancia que tuvo en Valls la obra luminosa, mediterránea y clásica del noucentisme catalán y la estela de artistas como Balthus, Morandi o Luis Fernández, visualizamos mejor el estilo y el tipo de obra sobre la que aplicará su sensibilidad y talento.

«Claro en el bosque (Touranie)», 2001.

Si los críticos y estudiosos de las pinturas y acuarelas de Valls han asociado sus obras a términos como trascendente, silenciosa, misteriosa, íntima, solitaria, serena... en relación con los dibujos de esta exposición, Calvo Serraller va más allá destacando el carácter «espectral» de los mismos: «Cuando contemplamos los cuadros del visionario Valls, que, como artista es quien representa o replica la realidad, nos damos cuenta de que busca la radiante irisación luminosa que no solo, por así decirlo, baña las cosas, sino que constituye el ser de su apariencia. Es, por tanto, verdad, que cualquier pintura es una aparición, pero no todas remarcan su lado más espectral, como ocurre en Valls».

«Paisaje de Mallorca», 1980, dibujo a lápiz, papel Canson, 50 x 65 cm.

Miguel Fernández-Braso, quien reintrodujo al artista en España después de sus exposiciones en la galería Theo de Madrid de 1974, de la organizada por la Dirección General de Bellas Artes de Madrid en 1982 o de su primera antológica en el Museo de Arte Moderno de Barcelona en 1985, recuerda con emotividad en el catálogo al artista que tanto admiró y sobre quien publicó en 2001 el libro-entrevista Escuchando a Xavier Valls: «No cabe duda de que entre los pintores de lo exquisito y lo sutil, de lo íntimo y severo, de lo sensible y discreto, se encuentra Xavier Valls. Su pintura absorbe la poesía de la experiencia vivida, de lo supuestamente intrascendente, con un claro sentido de la medida».

En definitiva, una exposición imprescindible no solo para los amantes del dibujo sino para todos aquellos que deseen conocer a este artista catalán porque quizá sea esta disciplina la esencia de la creatividad artística y la que mejor muestre la intimidad de los artistas.

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