El poliedro Arregi, geometría con mucho gusto

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Dibujo escultórico en relieve y piezas abstractas, a modo de puzzle adivinanza, conforman el particular espacio de esta muestra en la Galeria de Arte David Bardia, que viene a reforzar la senda de los grandes reyes de la escultura contemporánea nacional. Hasta el 25 de marzo

La noble David Bardía galería de Arte (Madrid) vuelve a apostar por la difusión de la escultura de hoy, en esta ocasión, con una individual vanguardia de Arregi, Iñigo. El vasco, el escultor per se, de Arrasate-Mondragón (Guipúzcoa, 1954) nos da la bienvenida y acoge desde el umbral con esta muestra. Aunque ya, desde la calle y a través de los elegantes ventanales, se atisba su personal y minucioso trabajo y su gusto, incondicional, por la Geometría.

Un salpicado de moderadas obras en vertical, realizadas, no todas, en madera tintada, acero corten patinado o pintado, en circular, que componen una secuencia única, bien pensada, estructurada, a pesar de dejar paso a la imaginación del visitante, a modo de laberinto escultórico, juego, puzzle, acertijo por resolver, con el permiso de grandes lienzos en tinta y lápiz en cartón, madera, para no perder la esencia cual boceto que también denomina “escultura” y, vienen a conformar este su particular “poliedro artístico”, como ha tildado el amigo profesor Fernando Golvano.

Un deambular hacia el interior, personal, salvaguardando las formas que dan forma a este ensamblaje de piezas, sin soldadura a veces, nada pesado en sí, aptas tanto para el interior cálido de un espacio reducido como el airoso y amplio exterior de un apuesto jardín o entrada principal. Es el caso del eje central de la galería, en negro azabache que apunta e irradia energía cual tentáculos, solo detenida, enfrentada, por otra de similar tamaño en rojo, binomio, como la magistral narrativa de Stendhal, como el broche, la guinda de un gran pastel que se degluta en éste conjunto liviano de espacios semicerrados y abiertos donde las aristas llevan la voz cantante y van afinando, difundiendo el baile en perspectiva de sombras que proyecta la luz, sobre todo, en la parte superior al formar ciertas imágenes figurativas que cada uno puede experimentar, porque de ello se trata, de ello va este juego de abstracción  propuesto por el artista.

Cerraduras, campanas, nudos, refugios, puentes, figuras antropomorfas que permiten varias lecturas gracias a su composición original con una solida base formativa del empape de los grandes escultores de altura contemporánea, Jorge de Oteiza o Eduardo Chillida.

Una técnica que consigue “gracias al entrelazado de brazo angulosos, dando formula redonda, rellenando la esencia del espacio vacío. El enfrentamiento de chapas”. Que generan la creación y sensación de un lenguaje único, particular, el lenguaje Arregí, capaz de ver y arrancar de la aspereza a priori del material utilizado, la sensualidad vital que contiene.

Sala principal de la exposición de Iñigo Arregi, abierta hasta el 25 de marzo.

La idiosincrasia del pueblo oriundo al servicio de la escultura que cobra vida. “Una de las propuestas artísticas de mayor interés del panorama vasco y nacional”, afirma Mikel Onandia, doctor en Historia del Arte. De la vanguardia en esta difícil disciplina, que viene a mantener su espíritu intacto y a otorgar a este sencillo magistral artista, el merecido título de una estirpe, rara avis, considerado por muchos, de pleno sucesor en la pequeña corte escultórica de sus grandes totem precursores.

César Serna

Iñigo Arregi, escultor

Galeria de Arte David Bardia (Calle Villanueva, 40. Madrid)

Hasta el 25 de marzo, 2023

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