ABC. Un abecedario en clave artística

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El Museo de Bellas Artes de Bilbao celebra su 110 aniversario con una exposición que a su vez reinaugura el edificio antiguo de la pinacoteca tras una profunda reforma llevada a cabo por el arquitecto Luis María Uriarte y una completa renovación museográfica. El comisario, el escritor Kirmen Uribe, ofrece al visitante un itinerario alfabético por diversas épocas, estilos y disciplinas de la historia del arte, una fusión entre arte y literatura que también se plasma en el libro de la muestra

El próximo 5 de octubre el Museo de Bellas Artes de Bilbao cumple ciento diez años. Desde su fundación en 1908 hasta nuestros días ha reunido una colección de notable calidad con una cronología principal desde el siglo XIII hasta el XX y más de 14.000 obras de arte (1.621 pinturas, 489 esculturas, 884 piezas de artes decorativas, 11.152 obras sobre papel y cerca de 3.000 obras en depósito).

Sobre estas líneas, Mujer sentada con un niño en brazos, por Mary Cassatt, 1890, óleo sobre lienzo, 81 x 65,5 cm. Arriba, Retrato de la condesa Mathieu de Noailles, por Ignacio Zuloaga, 1913, óleo sobre lienzo, 152 x 195,5 cm. Ambas obras: Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Su origen responde a la iniciativa de un grupo de ciudadanos que deseaban acompañar la prosperidad económica de la ciudad con un renacimiento cultural. En ese momento fundacional, el espíritu filantrópico de quienes donaron o depositaron obras de arte fue primordial. A ellos se sumaron el Ayuntamiento de la Villa y la Diputación Provincial, que depositaron y adquirieron obras para el nuevo museo (a estas instituciones fundadoras se unió, en 1991, el Gobierno Vasco).

Figura tumbada en espejo, por Francis Bacon, 1971, óleo sobre lienzo, 198,5 x 147,5 cm, Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Pero, además, el proyecto concitó la adhesión de la comunidad artística local que formaba entonces uno de los grupos más activos del arte español, conectado, además, con la vanguardia europea. De Durrio a Zuloaga, de Regoyos a Arteta, el apoyo de los artistas al museo fue esencial y proporcionó desde el inicio un sesgo de contemporaneidad que ha mantenido a lo largo de su historia.

La reforma museográfica

En los últimos meses el interior del llamado edificio antiguo del museo, inaugurado en 1945 y declarado Monumento Histórico-Artístico en 1962, ha sido sometido a una profunda reforma dirigida por el arquitecto Luis María Uriarte, responsable de la última ampliación en 2001 y por ello buen conocedor de su arquitectura.

Sobre estas líneas, una de las salas de la exposición ABC. El alfabeto del Museo de Bilbao, en el edificio antiguo, reformado por el arquitecto Luis María Uriarte, responsable de la ampliación de 2001.

Se ha buscado abrir el edificio a la luz natural, recuperando el orden lumínico original al eliminar los paneles que cegaban los ventanales y vanos en el primer nivel. Esta actuación recupera para el museo también la visibilidad exterior del entorno ajardinado y su contexto urbano. Los ventanales de la terraza adintelada, del lateral del edificio y de la terraza que se asoma al estanque, deteriorados por el paso del tiempo, han sido sustituidos. Por último, en el primer piso se han elevado los lucernarios, ganando así altura y superficie expositiva.

La incorporación de un suelo de madera de roble emplazado sobre el suelo original redunda en ese objetivo de clarificación visual, eliminando la más que notoria presencia de los reflejos propios de un material como el mármol negro Marquina pulido, que se caracteriza por su brillo y por su veta blanca irregular.

La renovación museográfica mantiene así el carácter arquitectónico original del museo: un lugar a medida del visitante que privilegia la exhibición de las obras de arte que conserva.

Fusión entre arte y literatura

Bajo el título ABC. El alfabeto del Museo de Bilbao, esta exposición que celebra el 110 aniversario es una propuesta inédita que parte de una idea original con la que el museo busca acompañar la renovación de sus instalaciones con una forma nueva de mostrar la colección a los visitantes, ofreciendo así la posibilidad de una mirada también renovada. Con este fin, los habituales criterios expositivos de ordenación de las obras –cronológico, o según escuelas y autores– han sido sustituidos por un alfabeto extendido, que incluye 27 letras más el dígrafo ll del abecedario español y los dígrafos vascos ts, tx y tz.

Lucrecia, por Lucas Cranach el Viejo, 1534, óleo sobre tabla de haya, 50,4 x 36,4 cm, Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Con cada una de esas 31 letras, el escritor y comisario de la muestra Kirmen Uribe ha buscado una palabra referente en euskera, español inglés o francés, que sirve de inspiración literaria y de argumento curatorial para la selección de las obras de arte de la colección del museo que se muestran en cada una de las salas del edificio antiguo. Para este montaje tan especial se ha contado además con la colaboración de los artistas Ana Isabel Román y Eduardo López.

De este modo, se ordena un itinerario compuesto por letras y palabras en cuatro idiomas que recorre la historia del arte y la colección a través de diversos periodos y estilos. En palabras del escritor, “más que el tiempo, han sido las ideas las que han unido las obras, dando a la colección un sentido diferente”.

Lavanderas en Arlés, por Paul Gauguin, 1888, óleo sobre lienzo, 74 x 92 cm, Museo de Bellas Artes de Bilbao.

La exposición reúne obras que tradicionalmente se exhiben en las salas junto a otros objetos artísticos que en contadas ocasiones han visto la luz y habitualmente se encuentran custodiados en los almacenes.

Así, se exhiben las obras y artistas más reconocibles de la colección –Lucas Cranach el Viejo, José de Ribera, Bartolomé Esteban Murillo, Francisco de Zurbarán, Martin de Vos, Orazio Gentileschi, Francisco de Goya, Paul Gauguin, Mary Cassatt, Ignacio Zuloaga, Joaquín Sorolla, Eduardo Chillida, Jorge Oteiza, Francis Bacon o Antoni Tàpies, entre otros muchos–, pero también fotografías de Alberto Schommer o Gabriele Basilico, obra gráfica de Joseph Beuys o David Hockney, un busto en piedra procedente de Palmira fechado en el siglo II o la refinada selección de piezas de arte japonés del legado Palacio-Arechabaleta.

Double Trouble, por Txomin Badiola, 1990, construcción en madera y dos sillas, 2 piezas de 153 x 114 x 104 cm (c/u), Museo de Bellas Artes de Bilbao.

A las obras del museo se han sumado contados préstamos de otras instituciones que completan el significado de la propuesta, como la plaqueta de arenisca procedente del yacimiento prehistórico de Ekain (Gipuzkoa) fechada en el 12.000 a.C., en el caso de la primera sala, Arte, o del icónico óleo sobre cartón de Aurelio Arteta Idilio en los campos de Sport, cedido por el Athletic Club, que se exhibe en la sala Kirol (deporte).

Con más de doscientas piezas y artistas representados, Kirmen Uribe ha creado una trama llena de subjetividad y emoción en la que las palabras nos llevan a “territorios desconocidos y más complejos” en los que la libertad poética permite el diálogo entre Paul Gauguin o Joseph Beuys, tal y como sucede en la primera sala Arte.

Alrededor del vacío I, por Eduardo Chillida, 1964, acero, 31,5 x 46,5 x 36 cm, Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Kirmen Uribe es uno de los autores en lengua vasca más leídos y traducidos. Su primera novela, Bilbao-New York-Bilbao, obtuvo el Premio Nacional de Narrativa en 2009 y se convirtió en todo un acontecimiento editorial global. Antes, su libro de poemas Bitartean heldu eskutik (Mientras tanto cógeme la mano) había obtenido el reconocimiento de la crítica y el público (fue Premio de la Crítica en euskera y se publicó en inglés en Estados Unidos). Su última novela, Elkarrekin esnatzeko ordua (La hora de despertarnos juntos), que apareció simultáneamente en euskera, castellano, catalán y gallego, y que obtuvo el Premio de la Crítica (narrativa en euskera), será llevada al cine por Asier Altuna.

Sus artículos han aparecido en publicaciones internacionales, como The New Yorker. Acaba de ser becado por la Biblioteca Pública de Nueva York para escribir allí su próxima novela. Su pasión por el arte le viene de las visitas que hacía de niño de la mano de su tía al Museo de Bellas Artes de Bilbao. Así, en sus novelas, la pintura de Aurelio Arteta o Antonio de Guezala adquiere gran protagonismo.

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