La Bienal despunta con una amplia representación femenina

Photo-by-Roberto-Marossi_RM_Overview_Arsenale_1_V6A4157_Courtesy-of-La-Biennale-di-Venezia.jpg

Bajo el título El retraso de los sueños, el gran certamen veneciano llega este año con una edición muy especial en la que se podrán contemplar cerca de 1.500 piezas de 213 artistas procedentes de 58 países, de los cuales solo 21 son hombres. Hasta el 27 de noviembre

La 59 Bienal de Venecia 2022 es una edición muy especial: viene con un año de retraso debido a la pandemia, y viene atrapada en los cambios geopolíticos que nos están marcando la economía. Venecia es un lugar de encuentros, de artistas y galeristas, coleccionistas y críticos, mecenas y gestores culturales, de conservadores de museos y de curators independents (oxímoron o pleonasmo, como quiera usted verlo). Así, siguiendo las figuras literarias de la retórica, la comisaria, Cecilia Alemani, una mujer con gran sensibilidad, ha elegido un título para su Bienal: Il late dei sogni (El retraso de los sueños), que proviene de un libro para niños de la pintora Leonora Carrington. Su visión se plasma en el Pabellón Central (en los Giardini) y en el Arsenal, 1.433 piezas, con amplia representación femenina; de los 213 artistas de 58 países solo 21 son hombres.

Cosima von Bonin, instalación en la fachada principal del pabellón central. Cortesía de la Bienal de Venecia.

Alemania ha llevado a cabo una selección muy personal, pero no es tendenciosa, sino aglutinante, y sobre todo ha permitido que la ciudad se rodee de exposiciones colaterales, que son quizá lo mejor de la Bienal 2022, exhibiciones paralelas organizadas en todos los rincones de la ciudad; al margen de las 79 Participaciones Nacionales en los Giardini y en el Arsenale.

Para empezar subrayamos el contrapunto al propio título de la Bienal que supone la exposición de Anselm Kiefer, invitado por la Fondazione Musei Civici, en la Sala dello Scrutinio del Palazzo Ducale. Lleva el nombre de una obra del filósofo veneciano Andrea Emo, como “Estos escritos, cuando se queman, finalmente arrojarán un poco de luz» (Questi scritti, quando verranno bruciati, daranno finalmente un po’di luce). Pero en realidad su bello conjunto escenográfico es más consecuencia de unos versos de Paul Celan, en su poema Todesfuge (1948), sobre el campo de concentración, donde la leche negra es un símbolo de la atmósfera tóxica y atormentada por la muerte de los campos; la repetición de «bebemos» simboliza el sufrimiento interminable y repetitivo de los presos: “Leche negra de la mañana la bebemos por la noche / la bebemos al mediodía y mañana la bebemos en la noche / bebemos y bebemos”. El poema es uno de los más importantes de la posguerra, de la llamada Trümmerliteratur (la poesía crecida entre las ruinas). De esa época provienen otros artistas alemanes, que parece han tomado la ciudad, con exposiciones personales: Joseph Beuys en el Palazzo Cini (Thadeus Ropac), Georg Baselitz en el Palazzo Grimani (Gagosian) o Markus Lupertz en el Palazzo Loredan (Michael Werner).

Anselm Kiefer, Questi scritti, quando verranno bruciati, daranno finalmente un po’di luce, Palacio Ducal, Venecia. Cortesía de la Bienal de Venecia.

Por su parte, la Accademia presenta la obra de Anish Kapoor (Lisson gallery), Ca Pesaro la obra de Raqib Shaw (Whitecube), palazzo Grassi (The Pinault Collection) la de Marlene Dumas; la Casa dei Tre Oci una retrospectiva, The Poetry of the Instant, de la fotógrafa Sabine Weiss (fallecida con 97 años hace poco); la Procuratie Vecchie (recién restaurada por David Chipperfield después de doscientos años abandonadas), una magnífica de Louise Nevelson, titulada Persistence, que marca el sesenta aniversario de su representación de Estados Unidos en 1962; Paula Rego (Victoria Miro) en Il Capricorno, con obras que representan episodios de la vida de la Virgen María, o la obra del japonés Tetsumi Kudo (Hauser&Wirth).

Es decir, todas las grandes galerías internacionales están presentes con sus artistas de referencia. Podemos destacar The Flaying of Marsyas (El desollamiento de Marsyas) en el Palazzo Grimani, las nuevas pinturas de Mary Weatherford, inspiradas en la última obra maestra homónima de Tiziano de 1570-76 y que reflejan su fascinación perdurable por la pintura (por la paleta tenue del pintor renacentista, y por la luz distintiva de Venecia) utilizando acrílicos Flashe y tubos de neón para destilar el efecto del lienzo histórico. También es destacable, por lo que tiene de reinterpretación de un cuadro de Caravaggio (La degollación del Bautista), la instalación del pabellón de Malta, poético trabajo de Arcangelo Sassolino en las Corderie (después Artiglierie) del Arsenal.

Grandes sorpresas

La primera es la exposición Gates of Turan, una instalación textil, pictórica, arquitectónica y multisensorial de Firouz FarmanFarmaian (1973), que representa a Kirguistan, uno de los ocho nuevos países que participan por primera vez junto con Camerún, Kazajstán, Namibia, Nepal, Omán, Uganda y Uzbekistán. Firouz es persa-francés y sobrino de Monir, el artista más célebre de Irán, quien participó en la Bienal de Venecia en 1958. Si la obra de este tiene como referencias la tradición arquitectónica y decorativa persa, las bases matemáticas de las formas geométricas presentes en los patrones islámicos, y la cosmología sufí, la de Firouz se basa en las antiguas tradiciones textiles de las culturas nómadas. Ha trabajado varios años con la Cooperativa de Artesanías de Mujeres Altyn Kol, dirigida por mujeres que continúa la tradición kirguisa de fabricar a mano shyrdaks, el suelo y los revestimientos utilizados en las yurtas o viviendas utilizadas por los nómadas en las estepas de Asia Central.

Se trata de ocho shyrdaks cosidos a mano colocados contra un fondo negro, que conducen a un tündük monumental (tündük es el centro de la instalación), dividido en cuatro partes que representan a los cuatro guerreros que apoyaron al héroe Manas en su derrota de los uigures. El uigur es una lengua de la familia túrquica y tiene más de 7.000.000 de hablantes en China, otros en Kazajistán, además de pequeñas comunidades en Mongolia. A lo largo de la instalación, la manipulación de la luz, el color, el sonido y la sombra crea iluminaciones escultóricas incorpóreas y paisajes sonoros para animar el espíritu de esa cultura nómada. Su epopeya es el Poema de Manas y los versos del Shahnama escritos por el poeta persa Ferdowsi en el año 1000 d.C.

Katharina Fritsch, Elefant / Elephant, 1987, polyester, wood, paint, 420 x 160 x 380 cm. Cortesía de la Bienal de Venecia.

La segunda es A Project in Four Acts del norteamericano Sterling Ruby (1972), un artista que trabaja con una gran variedad de medios que incluyen cerámica, pintura, dibujo, collage, escultura, vídeo y textiles. Patrocinado por el Nicolas Berggruen Charitable Trust que ha adquirido el Palazzo Diedo, que pasa a ser un lugar para exposiciones y residencias de artistas como parte de la nueva iniciativa de Berggruen Arts & Culture. Ruby usa una amplia gama de fuentes e influencias, grafitis urbanos, cultura hip-hop, punk, masculinidad, violencia, mundo de las prisiones, residuos y consumo, etc. En oposición a la tradición artística minimalista e influenciado por la ubicuidad del graffiti, las obras del artista a menudo aparecen rayadas, sucias o salpicadas. La primera fase es una estructura en relieve que se apoya en la fachada del edificio. Sterling Ruby actualmente vive y trabaja en Los Ángeles.

La tercera es Liquid Light, una exposición individual de otra artista de Los Ángeles, Lita Albuquerque (1946), el tercer evento colateral oficial de bardoLA en Venecia. bardoLA es una fundación creada por Elizabeta Betinski que está inspirada en el concepto budista tibetano de bardo, el estado astral del alma entre dos vidas en la Tierra. Cuando la conciencia de uno no está atada a un cuerpo físico, se cree que está abierta a la percepción trascendental. En esencia, el bardo es un lugar de cambio donde nuestra forma de vida habitual queda suspendida: una que puede ser estimulante y desafiante, pero, fundamentalmente, es un entorno que nos brinda la oportunidad de crecer. Así Liquid Light es una experiencia multidimensional que crea un paisaje híbrido donde los mitos antiguos y las ficciones futuras se mezclan y actúan sobre el cuerpo para transformar el reino de lo posible.

La instalación incluye la nueva película de Albuquerque del mismo nombre, exhibida en armonía con los gestos de instalación característicos de la artista (cartografía, identidad y cosmos) que le han valido un lugar célebre en el movimiento Land Art. Filmada en Bolivia por David McFarland con vestuario de Jillian Oliver y editada en Los Ángeles por Nicole McDonald, la película cuenta con una danza de Jasmine Albuquerque, la hija de la artista. De Lita es la bella fuente Celestial Disk, en la entrada a la catedral de Los Angeles de Rafael Moneo.

La cuarta es la exposición What Goes Around Comes Around, del mexicano Bosco Sodi (1970) en el palazzo Vendramin Grimani. Son alrededor de 30 piezas realizadas in situ y 195 esferas hechas con barro, moldeadas, secadas y horneadas en México. La cantidad de esferas de esta instalación corresponde al número actual de Estados-naciones del mundo. En el transcurso de la exposición, los visitantes pueden mover una de las esferas, para que la obra se modifique día con día y sea fotografiada como un registro de la transformación. El último día de la exhibición, los visitantes podrán llevarse una de las esferas, completando así un nuevo circuito de intercambio. La simplicidad esencial de sus materiales y esos pigmentos vívidos son el foco de su exploración basada en procesos del gesto creativo. La cuidadosa selección y uso de pigmentos especiales es una de las características del arte de Sodi. Algunos de ellos tienen un rico trasfondo histórico, como el pigmento rojo derivado de la cochinilla, que todavía se produce en Oaxaca (México). La obra de Sodi es de una gran simplicidad pero a la vez de una gran exquisitez y de una intimidad.

Barbara Kruger, Sin título, instalación. Cortesía de la Bienal de Venecia.

Como ha señalado la comisaria Cecilia Alemani, con la pandemia los artistas se han aislado, y “muchos se han expresado de una manera más personal: más íntima, más poética, menos documental. Incluso los temas políticos son menos declamatorios, se han interiorizado más”

Las novedades de esta edición

Hay también otras cosas nuevas en Venecia. Por ejemplo, la feria Art Basel sigue con la experiencia, que comenzó hace tres años Meet the artists, presentándose aquí, una serie de vídeos que profundiza en las vidas y prácticas de los artistas. Es una producción que permite vislumbrar íntimamente los estudios, hogares y lugares catalizadores de artistas tanto emergentes como consolidados, de Londres a Brooklyn, pasando por Miami. Tambien Frieze Art Fair, con la ayuda del Deutsche Bank, ha organizado un Italian Tour de conversaciones on line. Asimismo se ha presentado la colección de vídeo de Beatrice Bulgari, bajo el título Penumbra de la Fundación In Between Art Film. Los artistas realizan una edición de seis vídeos y uno se queda la Bulgari.

Simone Leigh, Brick House. La monumental escultura que inauguró la exposición central de la Bienal de Venecia ha recibido un León de Oro.

También están los que han utilizado Instagram, como el estudio colectivo y espacio dirigido por artistas, Zolforosso, visitando estudios abiertos durante la Bienal. Un grupo de cincuenta de estos artistas venecianos presentarán un espectáculo itinerante llamado Venice Time Case. Es una excelente manera no solo de descubrir nuevos artistas, sino también de ver Venecia a través de los ojos de los artistas emergentes.

Venecia no es sólo la cisterna de sombras y silencio como Paul Morand –en Ouvert la nuit– llamó a la ciudad. Es una pesadilla para vivir todo el año aquí pero ahora es la vitrina de arte más brillante del mundo una vez más: el preciso enclave de tomar conciencia también de la escena artística contemporánea.

Cecilia Vicuña, NAUfraga, 2022, instalación, cuerdas y restos encontrados en los alrededores de Venecia, y varias pinturas. Cortesía de la Bienal de Venecia.

La artista alemana Katharina Fritsch y la artista chilena Cecilia Vicuña han sido las ganadoras del Leon de Oro a la Trayectoria, aprobada por el Directorio de la Biennale presidido por Roberto Cicutto. Los dos máximos honores de la Bienal de Venecia han sido para dos mujeres negras, Simone Leigh y Sonia Boyce, que han ganado por participación en la exposición de Alemania y por un pabellón nacional, respectivamente; el León de Plata, para un “artista emergente” en el espectáculo principal, fue para el libanés Ali Cherri (1976).

Kosme DE BARAÑANO

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

scroll to top