Paradores: alojamientos con alma de museo

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La ecléctica y rica colección de alrededor de 10.000 piezas, tanto de arte clásico como contemporáneo, que atesoran sus casi cien establecimientos hoteleros, convierten a Paradores en un escaparate de excepción del patrimonio cultural e histórico de España

Pedro Pablo Rubens, Pablo Picasso, Manolo Valdés, Gutiérrez Solana, César Manrique, Antoni Tàpies o Juan Genovés son artistas cuya obra se exhibe en las salas de los mejores museos del mundo. Pero parte de sus grandes creaciones artísticas no se encuentran en pinacotecas o centros artísticos al uso, sino que «duermen» intramuros de castillos, monasterios o refugios vanguardistas rodeados por parajes naturales envidiables. Es la colección artística de Paradores, una de las grandes señas de identidad de la cadena hotelera pública española.

Repartida por 97 alojamientos, las casi 10.000 piezas de esta colección abarcan desde elementos arqueológicos hasta obras del siglo XXI, lo que permite a los huéspedes poder contemplar numerosos estilos artísticos y descubrir a un amplio abanico de creadores españoles o ligados íntimamente a España.

Una de las estancias decoradas con piezas de la colección en el Parador de Jaén. Más arriba, interior del Parador de León.

Aunque en sus inicios no hubo una vocación coleccionista, sino más bien decorativa, Paradores ha acabado, no obstante, convirtiéndose en un adalid de la conservación y restauración de piezas de grandes artistas y también de escaparate para otros autores de menor renombre pero igual de importantes para la cadena hotelera. Todo ello con la meta de resaltar el rico patrimonio cultural español y potenciar el carácter histórico de algunos de sus edificios.

La colección ha ido creciendo con el paso de los años, tanto en tamaño como en prestigio. Gran parte de las piezas de este amplio y rico inventario se encontraban ya en los propios edificios, incorporados a la arquitectura, como es el caso de artesonados, sillerías de coro, retablos o piezas arqueológicas que aparecieron durante las excavaciones y los procesos de rehabilitación. No obstante, el punto de inflexión se produjo a finales de la década de 1940, cuando la obtención de cinco cuadros de caza del extremeño Adelardo Covarsí para la decoración del establecimiento de Gredos supuso el comienzo de la estrategia de compra de obras para dotar a los Paradores de un valor artístico único.

Camareras posando, en el Parador de Gredos, delante del cuadro de Adelardo Covarsí.

Desde entonces y hasta hoy, con variados orígenes y a través de compras pero también de colaboraciones con coleccionistas, cesiones o donaciones de artistas, la colección ha ido enriqueciendo castillos, monasterios y conventos con escritorios, arcones y arcas, fraileros, tapices, tallas y pintura antigua de autores de la Edad Moderna como Juan de Juni, Cornelis de Holanda, Guilliam Forchondt o Luca Giordano, además por supuesto de los tapices mitológicos basados en tapices flamencos, como la serie Aquiles, basados en cartones de Rubens.

Por otro lado, las paredes y las salas de esos inmuebles también exhiben obras de artistas posteriores al siglo XIX, como Lucas Villaamil, Ludwig von Langenmantel, Darío de Regoyos, Aurelio Arteta, Andrés Parladé o los célebres bodegones de José Gutiérrez Solana, entre otros.

Al fondo de esta sala del antiguo Parador de Pajares se aprecia un bodegón de Gutiérrez Solana.

Los edificios de nueva planta, por su parte, deslumbran con obras de creadores destacados de la Historia del Arte español del siglo XX, como Ramón Gómez de la Serna, Francisco Bores o Rafael Durancamps, o los integrantes de las Escuelas de Madrid y Vallecas, como Menchu Gal, Luis García Ochoa, Cirilo Martínez Novilllo, Agustín Redondela o Álvaro Delgado. También hay representación de grupos posteriores (de Dau al Set, El Paso o Parpalló) con una notable muestra de piezas de Antoni Tàpies, Modest Cuixart, Lucio Muñoz, Luis Feito, Juana Francés, Juan Genovés, Joaquín Michavila o Julio López. Y tampoco faltan en las distintas estancias de los establecimientos hoteleros las creaciones de artistas del siglo XXI, como Rui Macedo, Francisco Leiro o Rubén Rodrigo..

Capilla en el interior de un bargueño, en el Parador de Santiago.

La elección y el pormenorizado trabajo que se lleva a cabo en cada proyecto, recurriendo al asesoramiento de destacados profesionales y poniendo en valor la arquitectura e historia de sus edificios y el entorno en el que se emplazan, resulta indispensable para que la colección brille con luz propia. Una realidad que puede comprobarse en los tres últimos proyectos de Paradores: Aiguablava, Muxía y León. Establecimientos en los que se ha realizado una exhaustiva reforma que ha dado lugar a tres miradas artísticas diferentes que convierten estos alojamientos en auténticos museos.

El Parador de León

El Hostal de San Marcos, un importante edificio renacentista del siglo XVI que, entre otros usos, fue escenario del confinamiento de Francisco de Quevedo y campo de concentración para numerosos prisioneros republicanos durante la guerra civil española y los primeros meses de la dictadura franquista, reabrió sus puertas en 2020 tras una profunda reforma, que incluyó una ambiciosa mejora artística. Con el asesoramiento de directores de museo, catedráticos de Historia del Arte, importantes comisarios, críticos y gestores culturales, se organizó una exhaustiva colección de casi 500 obras de arte, piezas clásicas y contemporáneas que han hecho de este Parador todo un referente cultural.

El Parador de León presume de una espléndida fachada renacentista.

El altar clasicista del Nacimiento (hacia 1532) de Juan de Juni, realizado en piedra y emplazado en el claustro, y la sillería del coro de la iglesia, pieza señera de Guillermo Doncel (que lo firmó como ensamblador en 1542), Juan de Juni y Juan de Angers son dos de las piezas destacadas de la colección de arte clásico que exhibe el monumental conjunto de San Marcos. Esa sillería, de hecho, está considerada una de las piezas más sobresalientes del renacimiento español del siglo XVI y mantiene un estado de conservación excelente, a pesar de un repetido montaje y desmontaje y de sufrir los avatares de la invasión de Napoleón y la destrucción de la Guerra Civil.

Tampoco se puede olvidar ninguna persona que se hospede en este Parador de contemplar el artesonado mudéjar del siglo XVI que alberga, un repertorio de cantorales gregorianos de los siglos XVII y XVIII, una colección de importante talla y pintura, en la zona del vestíbulo y escalera principal, ni desde luego de la magnífica colección de nueve tapices confeccionados entre los siglos XVI al XVIII, ubicada en planta baja del Parador, en la que se recrean batallas legendarias, sucesos bíblicos o temas clásicos.

Con respecto a las obras más contemporáneas, brilla con luz propia el gran techo de madera de más de doce metros de lado tallado en relieve por el artista Lucio Muñoz, con la colaboración del escultor Julio López Hernández y del pintor Jaime Burguillos, y que se elevó en altura en la rehabilitación de 2020 para una mejor visibilidad del conjunto.

El Parador de Costa da Morte

Frente a la playa de Lourido, en un edificio que se mimetiza a las mil maravillas con el paisaje, este Parador de Costa da Morte alberga una interesante colección de esculturas y fotografías que ponen en valor la historia y la cultura gallegas.

Entre las piezas más destacadas que pueden contemplarse en este Parador destacan las de los escultores gallegos contemporáneos Francisco Leiro, experto en conseguir que la madera cobre vida desde un lenguaje cercano al expresionismo, y Álvaro de la Vega, un auténtico maestro de la expresividad, la fuerza gestual y los volúmenes, algo que puede comprobarse en su impresionante Ola, compuesta por 75 piezas realizadas en madera de eucalipto reciclada de bateas y que ha sido cedida al Parador.

En las paredes de este establecimiento hotelero de Muxía también sobresale la amplia muestra de fotografías en blanco y negro del siglo XX, entre las que despuntan las capturadas por Caamaño, uno de los primeros fotógrafos que retrató el paisaje cotidiano, las costumbres y a los habitantes de la Costa da Morte; Manuel Ferrol, célebre por inmortalizar el drama de la emigración con una fotografía icónica y ya universal de un padre y un niño en el Puerto de A Coruña (1957); Virxilio Vieitez, cuyas instantáneas nos transportan a una Galicia rural a punto de desaparecer, y Ruth Matilda Anderson, investigadora y fotógrafa que logró recopilar con su cámara las costumbres del pueblo gallego, sobre todo en zonas de complicado acceso. Legados todos ellos que, en definitiva, nos desvelan una Galicia y una sociedad difícil de encontrar hoy en día, pero que quedó plasmada en sus fotografías. Además, también se pueden apreciar imágenes más contemporáneas, como las relacionadas con el hundimiento del Prestige de Xurxo Lobato o la obra Crebas de Manuel Sendon.

A todo este patrimonio cultural debe sumarse la gran biblioteca con vistas al mar que hay en el Parador, un espacio único con más de 300 volúmenes para descubrir la literatura gallega, así como las cartas náuticas que bautizan cada una de las 67 habitaciones con puntos geográficos de interés, como cabos, faros o rías.

Por otro lado, el Parador cuenta con una buena muestra de la artesanía de la zona. El encaje de Camariñas es uno de los patrimonios culturales materiales e inmateriales más importante de Galicia. Una expresión de la identidad de todo un pueblo que protagonizan las mujeres de aquella ría.

El Parador de Aiguablava

Otro bello paraje como el gallego, pero situado en la otra punta de la Península, puede divisarse desde lo alto del acantilado de la Punta d’es Mut. En esta privilegiada ubicación con vistas a la Costa Brava se encuentra el Parador de Aiguablava, inaugurado en la década de 1960, pero completamente renovado tras su reapertura en 2020. Aunque en su origen ya manifestaba su marcada vinculación al arte con elementos como sus icónicas columnas de entrada, del escultor José Luis Sánchez, el proyecto de transformación actual homenajea a toda la obra contemporánea catalana.

Las columnas de José Luis Sánchez reciben a los huéspedes del Parador de Aiguablava.

Obras de artistas de la talla de Rafael Durancamps, Antoni Clavé, Dalí, Tàpies o Miró decoran las distintas salas de un Parador en el que también hay una amplia representación de obra gráfica y algunos óleos de gran formato, como Monegros de José Beulas, Cennino Cennini o el libro del arte de Modest Cuixart o una interesante pintura abstracta de Joan Hernández Pijuán.

Ante el deslumbrante paisaje y la luz tan característica de Aiguablava, un conjunto de paisajes, bodegones, retratos, imágenes surrealistas u obras informalistas convierten este establecimiento hotelero en el que se funden arte, gastronomía y naturaleza en un espacio de pura inspiración.

Una colección que se amplía constantemente

Otro valor añadido que posee la colección de Paradores es que nunca deja de crecer, tanto en volumen como en prestigio. Recientemente ha habido una nueva donación de la obra de Eduardo Roldán. Son un total de dieciocho nuevos cuadros que se expondrán en el Parador de Nerja (Málaga), cuyo alojamiento ya exhibe ocho pinturas del artista donadas en 2021.

De este modo, el Parador contará, a partir del mes de octubre, con un total de veintiséis lienzos del pintor, convirtiendo así a Paradores en la institución que más obra tiene de Roldán.

A pesar de su carácter intimista, lo que le llevó al ostracismo artístico, hay que tener en cuenta la importancia de Roldán. Vinculado al expresionismo abstracto norteamericano -donde destacó, por ejemplo, el neerlandés nacionalizado estadounidense Willem de Kooning– fue una figura muy relevante para la crítica. Francisco Umbral llegó a comentar de él que era «un pintor que pinta de verdad. Un pintor sin truco que pinta el truco de los demás».

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