Svetlana Kalachnik, muchas historias que contar

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La Galería Benedito de Málaga, que cumple 38 años, acoge la última muestra de Kalachnik, una artista rusa que reside en España desde hace más de dos décadas y que ha obtenido varios premios por su dominio técnico del dibujo. Hasta el 2 de marzo

Licenciada en Bellas Artes por la Academia Voronez, Svetlana Kalachnik (1975) ha expuesto en espacios de Rusia, su país nativo, Alemania, Dinamarca, Islandia, Holanda y en numerosos lugares de España, país en el que reside desde 1999, obteniendo diferentes premios. Posee un indudable dominio técnico del dibujo, y su estilo es bien identificable por una serie de características.

Dimensión narrativa

En sus pinturas es frecuente encontrar historias que hay que interpretar y descifrar, pues aunque a menudo representa escenas de la vida cotidiana en las que aparecen comiendo, bebiendo, durmiendo, charlando… no sabemos a ciencia cierta qué sucede, qué sienten y piensan los personajes, cuáles son sus intenciones y expectativas… Tenemos que completarlo con el libre juego de la imaginación y el entendimiento.

Axarquía, por Svetlana Kalachnik.

Pero, en cualquier caso, Svetlana Kalachnik no entiende su arte sin contar historias figuradas, un rasgo antropológico de los seres humanos, tal como memorablemente lo expresó el poeta Fernando Pessoa: “Somos cuentos contando cuentos, nada”. Y a través de las historias comprendemos a los otros y a nosotros mismos, aunque no podamos hacerlo sino de manera parcial. 

Multitud de detalles

Si, de acuerdo con el refrán popular, “Dios está en los detalles”, Dios habita la pintura de Svetlana Kalachnik. Esta característica nos invita a observar y a demorarnos para no perder detalle, como si alguno de ellos pudiera desvelarnos el secreto. Por consiguiente, estos detalles incrementan la intriga y el suspense de las divertidas composiciones, de vivaces colores.  

Elementos populares

Muchos de esos detalles se encuentran en pequeñas figuras que pueblan su mundo: seres humanos, toreros, toros, gatos, casas blancas, tan típicas de Andalucía… La repetición de estos elementos en no pocas de sus piezas produce un efecto de contraposición con su realismo y, lo que es aún más importante, contribuye a forjar un mundo imaginario personal y bien reconocible.     

Sentido de la ironía y del humor

Es difícil no contemplar una pintura de Svetlana Kalachnik y que no se nos abra una sonrisa en los labios o en los ojos. Es el reconocimiento, operación fundamental del arte. Basta con que nos detengamos en Los golfos, donde el juego, la ironía y el humor están presentes desde el título. Pero también en los gestos de los personajes, los lugares que ocupan, las vestimentas…

Los golfos, por Svetlana Kalachnik.

Y, por supuesto, en los detalles: esa cabeza humana dentro de la bolsa con los palos de golf, el gato sobre el tronco del árbol… La ironía y el humor son constantes en sus obras y nos ayudan a comprender y aceptar los azares y contingencias con los que se teje y desteje la existencia.    

Lo real maravilloso o el realismo mágico

La crítica ha usado el concepto “realismo mágico” para describir el mundo de Svetlana. Desde luego hay un aire de familia, pues por momentos se funde y confunde lo real con lo onírico o con lo imaginario. Observemos Doña Jacaranda. Pero, ¿no se encuentra este rasgo en la tradición rusa? Pienso en Chagall.

Doña Jacaranda, por Svetlana Kalachnik.

Y, por otra parte, ¿no ocurre esto en nuestras vidas, en las que se suceden y alternan las visiones reales con los sueños, hasta el punto de que a veces no acertamos a distinguir? A mí me parece más acertado el término que empleó Alejo Carpentier, “lo real maravilloso”, quizá porque en eso que no sin imprecisión llamamos “real” hay una dimensión maravillosa, que no sólo han visto los escritores y artistas iberoamericanos.

Pienso en la tradición que va de Cervantes y Rabelais, pasando por Flaubert y Kafka, hasta Günter Grass y Saramago. Son aquellos artistas que ensanchan la realidad con la imaginación o iluminan aspectos que sin ella pasarían desapercibidos. Desde el primer momento a mí su estilo y su mundo me recordó a la tradición que se remonta a El Bosco y Brueghel, en la que abundan los paisajes, pero en todo tiempo habitados por la fauna humana, que es la que nos despierta el principal interés, en tanto que nos recuerda o descubre aspectos humanos, demasiado humanos con los que sonreír y aceptarnos.    

  

María Antonia, por Svetlana Kalachnik.

En la Galería Benedito, de Málaga, que cumple 38 años de historia, pueden encontrar de momento la última muestra de Svetlana Kalachnik. Estoy seguro de que no podrán contemplarla sin una sonrisa en su mirada, prueba de que en su mundo está nuestro mundo.  

Sebastián Gámez Millán

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