En busca del misterio de la realidad

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El Museo Carmen Thyssen de Málaga exhibe un total de 50 obras de 22 artistas entre pinturas, esculturas y dibujos en la exposición La apariencia de lo real. Cincuenta años de arte realista en España (1960-2010), en la que se plantea un diálogo entre realismo e hiperrealismo de la segunda mitad del siglo XX y la tradición de este estilo pictórico. Hasta el 10 de septiembre

La definición más habitual del realismo como corriente o movimiento artístico que busca reproducir la realidad en toda su veracidad, tomando sus referencias del natural y planteando una traslación directa a las obras de lo que el ojo observa, resulta incompleta ante la riqueza y variedad de las propuestas creativas de los principales representantes del realismo español contemporáneo, que el Museo Carmen Thyssen Málaga ha reunido en su nueva exposición, La apariencia de lo real. Cincuenta años de arte realista en España (1960-2010)

Sobre estas líneas, Bodegón del membrillo, por Isabel Quintanilla, 1984, óleo sobre tabla, 50 x 54 cm, colección particular, Madrid. Arriba, Vanesa, por Eduardo Naranjo, 2001 -2002, óleo sobre lienzo, 210 x 250 cm, colección del artista © Eduardo Naranjo, VEGAP, Málaga 2017.

Partiendo de una materia común, la realidad vista y vivida, los «realistas de Madrid» (Antonio López, Isabel Quintanilla, los hermanos López Hernández, María Moreno, Amalia Avia) y varios realistas de las generaciones siguientes (como Eduardo Naranjo, Cristóbal Toral, Gerardo Pita, Manuel Franquelo y César Galicia) ofrecen un amplio panorama en el que cada artista plantea su forma personal de capturar el aspecto externo de las cosas, de atrapar la siempre cambiante apariencia de lo real. Desde luego hay intercambios y puntos comunes entre ellos, pero también muchas diferencias, por lo que no se puede hablar solo de realismo, sino de realismos, tantos como artistas se muestran en esta exposición.

El boxeador, por César Galicia, 1988, acuarela y grafito sobre tabla, 201 x 94 cm, colección particular, Dallas (Texas).

Desde la magistral captación de la luz y las sensaciones atmosféricas de Antonio López, hasta el hiperrealismo fotográfico de Galicia o Franquelo, pasando por la sencilla verdad cotidiana de Quintanilla, las sugerencias emocionales de María Moreno, los ecos clásicos de las esculturas de los López Hernández, la figuración de gusto onírico de Toral, las espectaculares texturas de Pita, aprendidas de su maestro, Claudio Bravo (también presente en la exposición) o el verismo directo de Naranjo, este recorrido por los últimos cincuenta años de realismo en el arte español obliga al espectador a activar su percepción y a reflexionar sobre la esencia de la verdad y la capacidad del arte para aprehenderla.

Sin título, por Manuel Franquelo, 1991, acrílico y óleo sobre madera, 80,5 x 80,5 cm, Colección Abelló
© Manuel Franquelo, VEGAP, Málaga 2017.

Para ilustrar la complejidad de este panorama, la exposición se ha planteado también como un diálogo entre el realismo contemporáneo español y la tradición de la pintura realista española y europea anterior al siglo XX. Las cuatro secciones en que se ha dividido la muestra están dedicadas a los géneros principales del arte realista (bodegones, figuras, interiores y vistas urbanas), que, desde el naturalismo barroco de los siglos XVII y  XVIII o desde el Realismo propiamente dicho del siglo XX, han pervivido en el arte contemporáneo, pasando, eso sí, de géneros menores dentro de los esquemas académicos tradicionales a protagonistas absolutos de un arte que encuentra su inspiración y sentido en los simples y a veces hasta vulgares espacios, objetos y habitantes de la vida cotidiana, en las casas o talleres de los artistas y en las personas de sus círculos más próximos.

El Campo del Moro, por Antonio López, 1990-94, óleo sobre lienzo adherido a tabla, 190 x 245 cm, colección particular.

Zurbarán, Van der Hamen, Arellano, Meléndez, Pere Borrell, Jacobus Vrel o Eduard Gaertner son algunos de los artistas cuyos bodegones, trampantojos figurativos y espaciales y vedute acompañan a los realistas contemporáneos, en un cruce de miradas que busca mostrar cómo ha evolucionado la forma en que los artistas intentan apresar en sus lienzos la realidad, si bien hay recursos técnicos y referencias comunes que los realistas españoles del siglo XX toman de la tradición que les precedió. Los géneros tradicionales se actualizan, en sus contenidos, en la realidad que muestran, se vuelven más despojados y directos, sustituyen las luces contrastadas de los antiguos por atmósferas respirables, retratan a personajes mundanos, tan reales como el observador, invitan a entrar en espacios privados cargados de emociones, de presencias y ausencias o deslumbran, a pleno sol, en vistas de ciudades vacías.

Mi jardín desde el estudio, por Eduardo Naranjo, 1997, óleo sobre lienzo, 176,5 x 107,5 cm. colección particular.

Texturas que transmiten a la vista sensaciones táctiles, trampantojos espaciales, reflejos magistrales, engaños ópticos, un extraordinario dominio técnico del dibujo y el color, y la luz, como elemento fundamental para convertir en real lo representado y hacer dudar al espectador de la naturaleza real o fingida de lo que ve, componen, en definitiva, un universo fascinante, de engaños y realidades que nos incita a cuestionar los límites entre el arte y la realidad y a dejarnos sorprender, a través de las cincuenta y cuatro obras (entre pinturas, esculturas y dibujos), de los veintidós artistas que componen este seductor friso, en la búsqueda del misterio de la realidad.

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