John Singer Sargent: mucho más que un retratista

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Hasta el 8 de octubre la Dulwich Picture Gallery de Londres dedica cuatro de sus salas a las acuarelas fruto de los viajes del pintor por Suiza, Italia, Portugal, Oriente Medio o España, donde dibujó Santiago de Compostela, la Alhambra y el Generalife. Esta faceta está en cierta forma influida por el impresionismo a diferencia de sus retratos de corte más clasicista

De padres norteamericanos, el pintor nació en 1856 en Florencia, donde la pareja se había detenido por una epidemia de cólera. Después de su nacimiento su progenitor renunció a su puesto de cirujano ocular en el hospital Wills Eye de Philadelfia y se quedaron a vivir para siempre en Europa. Llevaron una vida errante de ciudad en ciudad sin llegar a establecerse en un lugar concreto, lo que dificultó la escolarización de Sargent, que aprendió a dibujar con su padre, un diestro dibujante médico, y su madre, una artista aficionada. Con trece años su madre escribió que John “dibuja muy bien y tiene un ojo extraordinariamente rápido y correcto. Si pudiéramos permitirnos el darle lecciones realmente buenas, pronto sería un pequeño artista”, como recogió Stanley Olson en su libro John Singer Sargent: His Portrait, 1986; un poco después, el artista ingresó en las clases de acuarela del paisajista alemán Carl Welsch. Sargent se convirtió en un joven culto y cosmopolita que hablaba con facilidad el alemán, el francés y el italiano y experto en literatura, música y arte.

Sobre estas líneas, Mujer con sombrilla, 1911, acuarela y lápiz sobre papel, 65 x 54 cm, Barcelona, Museo de Montserrat. Arriba, Iglesia de Santa Maria della Salute, Venecia, h. 1904-1909, acuarela sobre papel, Lisboa, Calouste Gulbenkian Foundation. Todas las obras de John Singer Sargent..

Fue su madre la que le inició en tomar apuntes y bocetos o dibujar del natural al regalarle cuadernos de dibujo y animarle a que plasmara en ellos los lugares que visitaban en sus excursiones. Sargent copiaba en esos cuadernos tanto las embarcaciones que aparecían en el semanario ilustrado The Illustrated London News como bocetos muy detallados de paisajes.

Su formación académica como pintor comenzó en París de la mano del joven retratista Carolus-Duran, que era conocido por su moderno método de trabajo, una influencia que fue crucial en Sargent de 1874-1878. En 1874 se matriculó en la Escuela de Bellas Artes de París, donde recibió clases de dibujo y ganó una medalla de plata. Una formación que completaba por su cuenta dibujando en museos y pintando en un taller que compartía con James Carroll Beckwith, una relación que le puso en contacto con los artista norteamericanos. Además, tomó clases con el pintor Léon Bonnat.

Autorretrato de John Singer Sargent en un glaciar de los Alpes, h.1909-11, acuarela sobre papel, Newcastle, Laing Art Gallery.

En esta época Sargent estaba interesado sobre todo en los paisajes, como queda claro por la gran cantidad de cuadernos de dibujos repletos de edificios, marinas o paisajes montañosos, aunque la experiencia adquirida junto a Carolus-Duran influyó decisivamente en su dedicación al retrato; además, hay que tener en cuenta que era una manera de forjarse una carrera y poder vivir de la pintura. Un reconocimiento que Sargent consiguió tras sus primeros grandes retratos, el de su amiga Fanny Watts (1877) y el de su maestro Carolus-Duran (1879).

A partir de ahí no tardaron en llegar los encargos de amigos, colegas y personalidades de la sociedad para ser retratados, lo que le llevó a trasladarse definitivamente a Londres en 1886, una idea que venía barajando desde 1882 a petición de su amigo el novelista Henry James.

Iglesia de Santa Maria della Salute, 1904, acuarela sobre papel, Boston, Museo de Bellas Artes.

Después de 1900, Sargent, ya harto de las exigencias de retratar por encargo, viajó por Suiza, Italia, España, Portugal y Oriente Medio, y se dedicó a realizar estudios de paisajes y de los habitantes de estos lugares. Empleaba la técnica de la acuarela porque por un lado las herramientas eran mucho más fáciles de transportar y, por otro, porque esta técnica le permitía mucha más libertad creativa que el óleo de sus retratos. A lo largo de su vida llegó a realizar unas 2.000 acuarelas.

Si hace dos años, la National Portrait Gallery de Londres presentó una muestra de retratos realizados por John Singer Sargent (1856-1925), ahora otra sede londiense, la Dulwich Picture Gallery, se centra en la faceta de Sargent como acuarelista y como pintor al natural. Así, cuatro salas de este museo acogen hasta el 8 de octubre las acuarelas que Sargent realizó en estos viajes, entre ellas muchas de Roma y Venecia, y algunas imágenes de Santiago de Compostela y de la Alhambra y el Generalife granadinos.

Detalle de la Fuente de Neptuno, Bolonia, h. 1906, colección particular.

Sargent visitaba Venecia todos los años y, por tanto, es la ciudad que más plasmó en sus obras. En sus acuarelas, el artista dibujaba sobre todo el cambio constante de la luminosidad en el agua de los canales de la ciudad y los palacios barrocos y lo hacía desde una góndola, por lo que son las vistas de un espectador en movimiento.

Al pintor no le interesaba tanto mostrar un edificio entero, sino un fragmento, como por ejemplo, el Palacio del Dogo o el Puente del Rialto. Lo que deseaba era llamar la atención del espectador sobre un muro, una cornisa o un friso, vistos desde un ángulo raro, lo que le permitía emplear la perspectiva de un modo inusual.

John Singer Sargent pinta a su hermana Emily (centro) con sus sobrinas en los Alpes, 1911, acuarela sobre papel, Boston, Museo de Bellas Artes.

Sargent estudiaba el efecto de las diferentes condiciones de la luz. En su obra Roma: un estudio arquitectónico, de alrededor de 1906-1907, lo que más le interesaba es el efecto de la luz del día en la piedra, para lo cual experimenta con el uso de tonalidades que contrastan entre sí. También se dedicaba a estudiar jardines, calles y parques en España y sobre todo en Italia donde le interesaban, como siempre, los aspectos parciales de edificios divisados entre las jarcias de barcos pesqueros, como en su obra La Iglesia de Santa Maria della Salute de Venecia.

Una mujer turca junto a una corriente, h. 1907, acuarela sobre papel, Londres, Victoria and Albert Museum.

A veces empleaba la técnica del recorte, una técnica que posiblemente había aprendido de la fotografía, para concentrarse en la base de un edificio o en un fragmento, y cuya elocuencia pictórica el artista comprende perfectamente. Incluso a veces la técnica del recorte parece algo problemática, tal como también lo es el empleo por Sargent de ángulos de visión y perspectivas asimétricas, que van en contra de las reglas de la composición, para que el espectador de la obra la considere diferentemente, nueva, y a veces separada de su contexto.

Grupo de soldados convalecientes en el patio de un hospital de Santiago de Compostela, h. 1903, acuarela sobre papel, colección particular.

En Santiago de Compostela, le llamó la atención un grupo de jóvenes soldados convalecientes que descansan en el patio de un hospital militar, probablemente después de haber sufrido las fiebres que hicieron estragos en la guerra de Cuba. Más tarde, Sargent visitó el frente francés durante la Primera Guerra Mundial. De esta visita vemos en esta exposición cómo al artista no se centraba en los horrores de la guerra, sino, podríamos decir en la vida cotidiana en el frente, como en el caso de dos soldados de un regimiento escocés que descansan entre la pacífica hierba o, como en otro cuadro, estos mismos soldados están recogiendo la fruta madura de los árboles. En otra obra vemos un puesto de mando, cubierto con una inmensa lona, en la que Sargent pinta cómo la luz va tocando su superficie en diferentes momentos.

Dos soldados del regimiento escocés descansando en el frente, 1918, acuarela sobre papel, Cambridge, Fitzwilliam Museum.

Fruto de su estancia y formación en París en los años del auge del impresionismo y de su relación con Degas, Rodin, Monet y Whistler, a los que conoció a través de su amigo Paul-César Helleu, el estilo de Sargent en estas acuarelas es impresionista, tanto por la fluidez de las pinceladas de la aguada como porque la escena representada no es tal como es, sino como el ojo del espectador la capta según la luz que la rodea, con contornos diluidos por la calima y desde ángulos a menudo sorprendentes.

Palma de Mallorca, 1908, acuarela sobre papel y sobre lápiz preliminar y toques de color, 36,2 x 52,6 cm, colección particular.

Michael ALPERT

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