Colección Thannhauser: un viaje del impresionismo a la modernidad

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Bajo el título De Van Gogh a Picasso. El legado Thannhauser, el Museo Guggenheim Bilbao muestra hasta el 24 de marzo casi cincuenta obras de grandes maestros como Cézanne, Degas o Manet, que reunió esta saga de marchantes alemanes. Esta colección es la primera vez que se exhibe fuera de Nueva York desde su ingresó en el museo neoyorquino en 1965

El marchante judío alemán Heinrich Thannhauser fundó en 1909 en Múnich la Moderne Galerie, a la que se incorporó siendo muy joven su hijo Justin, quien, junto a su padre, llevó a cabo un versátil programa expositivo centrado en artistas impresionistas y posimpresionistas franceses al que se sumaron regularmente otras muestras dedicadas a autores contemporáneos alemanes, como, por ejemplo, la Nueva Asociación de Artistas de Múnich (Neue Künstlervereinigung München, NKVM) y el Jinete Azul (Der Blaue Reiter) –ambas incluían a Vasili Kandinski– en 1909 y 1911, respectivamente.

En 1913, los Thannhauser presentaron también en las salas de su galería una de las retrospectivas más importantes de Pablo Picasso, lo que dio comienzo a una estrecha relación entre Justin K.Thannhauser y el maestro malagueño que se prolongaría hasta el fallecimiento del pintor en 1973.

Sobre estas líneas, El Palacio Ducal visto desde San Giorgio Maggiore, por Claude Monet, 1908, óleo sobre lienzo, 65,4 x 100,6 cm, Nueva York, Solomon R. Guggenheim Museum, Thannhauser Collection, Bequest, Hilde Thannhauser, foto © Solomon R. Guggenheim Foundation, Nueva York (SRGF). Arriba, Montañas de Saint-Remy, por Vincent van Gogh, julio de 1889, óleo sobre lienzo, 72,8 × 92 cm, Nueva York, Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York, Colección Thannhauser, donación, Justin K. Thannhauser. Todas las fotografías © Solomon R. Guggenheim Foundation, Nueva York (SRGF).

Justin K. Thannhauser abrió una segunda galería en Lucerna en 1919 con su primo, Siegfried Rosengart. Ocho años más tarde, las exitosas galerías Thannhauser trasladaron su sede de Múnich a Berlín, una ciudad que en esa época se había convertido en un bullicioso epicentro artístico, donde organizaron grandes exposiciones de creadores como Paul Gauguin, Henri Matisse o Claude Monet.

Sin embargo, durante la siguiente década, las operaciones comerciales se vieron dificultadas por el ascenso al poder de los nazis que querían eliminar de la faz de la tierra el arte de las vanguardias o “arte degenerado” como lo denominaban ellos. En 1937, la galería Thannhauser de Berlín cerraba sus puertas, poco después de que Justin K. Thannhauser y su familia emigraran a París; finalmente, se trasladó a Nueva York en 1940 donde se estableció como marchante privado de arte.

Naturaleza muerta: frasco, vaso y jarro, por Paul Cézanne, h. 1877, óleo sobre lienzo, 46,2 × 55,2 cm, Nueva York, Solomon R. Guggenheim Museum, Colección Thannhauser, donación, Justin K. Thannhauser.

El compromiso de los Thannhauser hacia el fomento de la innovación artística discurría en paralelo a la visión de Solomon R. Guggenheim. Como manera de reconocer este espíritu que compartían, Justin K. Thannhauser donó a la Solomon R. Guggenheim Foundation –que posee y dirige el museo homónimo en Nueva York– una parte significativa de su colección de arte, que incluía más de 30 picassos. Desde 1965 se han mostrado en el Guggenheim de Nueva York selecciones de esta colección, que se vio incrementada en 1991 con diez obras más tras el fallecimiento Hilde Thannhauser, segunda esposa y viuda de Justin.

Una colección que abandona su sede de Nueva York por primera vez desde que ingresó, hace más de cincuenta años, para mostrarse en el Guggenheim Bilbao, en una exposición que lleva por título De Van Gogh a Picasso. El legado Thannhauser (patrocinada por la Fundación BBVA), en la que el visitante podrá disfrutar de casi cincuenta obras de grandes figuras del impresionismo, posimpresionismo y también una selección de los primeros maestros modernos, como Paul Cézanne, Edgar Degas, Édouard Manet, Pablo Picasso y Vincent van Gogh. En definitiva, una muestra que pone el acento en el desarrollo del arte moderno a finales del siglo XIX y principios del XX a la par que pone de relieve el inquebrantable apoyo al arte experimental de la familia Thannhauser, como queda patente por la selección de obras que reunieron: autores de la vanguardia que buscaron liberar el arte de los géneros y medios académicos de finales del siglo XIX.

Paisaje cerca de Amberes, por Georges Braque, 1906, óleo sobre lienzo, 60,3 × 81,3 cm, Nueva York, Solomon R. Guggenheim Museum, Colección Thannhauser, donación, Justin K. Thannhauser © Georges Braque, VEGAP, Bilbao, 2018.

Estos autores exploraron los efectos cambiantes de los fenómenos naturales y cómo representar el espectáculo de la ciudad en transformación a comienzos del siglo XX, empleando recursos estilísticos, como la pincelada suelta, y prácticas innovadoras, como la fragmentación del plano pictórico.

Además de pinturas, esculturas y obras sobre papel, la muestra incluye material de archivo, como libros de inventario de la galería de Thannhauser o fotografías históricas, con el fin de documentar en profundidad el compromiso de esta familia con algunos de los artistas, coleccionistas y marchantes de su tiempo.

Baile español, por Edgar Degas, h. 1896-1911 (cast h. 1919-26), bronce, 40,3 x 16,5 x 17,8 cm, Nueva York, Solomon R. Guggenheim Museum, Colección Thannhauser, donación, Justin K. Thannhauser, foto © Solomon R. Guggenheim Foundation.

La exposición está divida en tres grandes bloques temáticos. El primero, Coleccionando Impresionismo, abunda en el crucial papel que jugaron estos marchantes en la Alemania de las primeras décadas del siglo XX, ya que como decíamos antes los Thannhauser no solo contrajeron un compromiso con los artistas contemporáneos locales, sino que también dedicaron importantes exposiciones colectivas y en solitario a los artistas franceses de la vanguardia de finales del siglo XIX, como Paul Cézanne, Edgar Degas y Édouard Manet.

Estos artistas rebeldes, radicados en París y asociados en gran medida con el grupo de los impresionistas, trataron de librarse de los géneros y medios académicos. Desarrollaron innovaciones formales que sembraron el terrero para la rápida proliferación de enfoques radicalmente nuevos en el arte del siguiente siglo.

Ante el espejo, por Édouard Manet, 1876, óleo sobre lienzo, 93 × 71,6 cm, Nueva York, Solomon R. Guggenheim Museum, Colección Thannhauser, donación, Justin K. Thannhauser.

En este apartado está presente la obra de Manet Ante el espejo (1876), que ilustra los nuevos y poco convencionales tipos de temas en esta representación de una cortesana ante su psique o su espejo, a medio desvestir. Asumiendo el papel del espectador, nos inmiscuimos en este momento privado del tocador en que la modelo –de espaldas– tira de una cinta de su corsé. O el cuadro de Pierre-Auguste Renoir, Mujer con periquito (1871), anterior a la época impresionista del autor pero que está realizada con una pincelada en forma de plumas que aporta textura. La escena íntima plasma a una mujer joven, de clase media alta, jugando con su periquito, aunque el agobiante interior limita el espacio de la modelo, del mismo modo que el del periquito cuando está encerrado en su jaula dorada. Estas tensiones encarnan la experiencia diaria de una dama parisina a la moda. A diferencia de los hombres, las mujeres solían estar confinadas de manera casi exclusiva en sus interiores domésticos y no se les permitía deambular libremente por la ciudad.

Haere Mai, por Paul Gauguin, 1891, óleo sobre lienzo de yute, 73 × 92 cm, Nueva York, Solomon R. Guggenheim Museum, Colección Thannhauser, donación, Justin K. Thannhauser.

La segunda sección, Coleccionando posimpresionismo y arte moderno temprano, hace hincapié en el contexto histórico del arte europeo de finales del siglo XIX y comienzos del XX –un momento complejo, definido por la agitación económica, política, social y psicológica, a menudo en nombre del progreso–, que se traduce en la diversidad de estilos artísticos surgidos como reacción a las dos corrientes dominantes en el arte de aquel momento: el naturalismo académico y la devoción de los impresionistas por el mundo natural. Artistas como Paul Gauguin y Vincent van Gogh, protagonistas de exposiciones fundamentales organizadas en los primeros tiempos de la galería Thannhauser de Múnich, volvieron su mirada artística hacia el interior. En especial, Van Gogh interpretó la realidad a través de la lente de su experiencia personal y sus emociones. Como “posimpresionistas”, como se les dio en llamar, estos creadores reaccionaron contra la idea del arte como una “ventana al mundo” y emplearon líneas sinuosas y colores no naturalistas para infundir en sus obras un tono emotivo.

Los jugadores de fútbol, por Henri Rousseau, 1908, óleo sobre lienzo, 100,3 x 80,3 cm, Nueva York, Solomon R. Guggenheim Museum..

Durante su convalecencia de una aflicción mental, Van Gogh pintó Montañas de Saint-Remy (julio de 1889), que evoca el estado emocional del artista –por no mencionar las impresionantes formaciones rocosas de los alrededores de su hospital– a través de una pincelada dinámica y de la aplicación de pintura muy densa. De manera similar, Georges Braque en su pintura fauvista Paisaje cerca de Amberes (1906) emplea colores vibrantes y expresionistas, y deconstruye el paisaje para dotar a la luz de una sensación de textura. Durante el cambio de siglo aparecieron otras formas artísticas distintas, como por ejemplo el trabajo estilizado y de aspecto plano del artista sin formación Henri Rousseau. Situado en un paisaje boscoso cualquiera, su lienzo Los jugadores de fútbol (1908) resulta, a un tiempo, un alegre divertimento y también una escena extraída como de un sueño.

Le Moulin de la Galette, por Pablo Picasso, h. noviembre de 1900, óleo sobre lienzo, 89,7 × 116,8 cm, Nueva York, Solomon R. Guggenheim Museum, Colección Thannhauser, donación, Justin K. Thannhauser © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2018.

Y, por último, el tercer apartado está dedicado a Pablo Picasso, que llegó a París en 1900, una ciudad que se había convertido en el centro internacional del mundo del arte. Le Moulin de la Galette (1900), la pintura más importante que ejecutó en sus dos meses de estancia, refleja la fascinación del joven Picasso por la decadencia y glamur de la vida nocturna parisina. Su estilo rápidamente evoluciona desde un mayor naturalismo a su melancólico periodo azul, seguido del periodo rosa, antes de que Picasso, junto con Georges Braque, desarrolle las formas facetadas y los espacios aplanados propios del cubismo. Este movimiento artístico se despliega en los cruciales años de 1907 a 1914 y está considerado como uno de los más innovadores e influyentes estilos artísticos del siglo XX.

La mujer del pelo amarillo, por Pablo Picasso, 27 de diciembre de 1931, óleo y pintura ripolin (est.) sobre lienzo, 100 x 81,1 cm, Nueva York, Solomon R. Guggenheim Museum, Colección Thannhauser, donación, Justin K. Thannhauser © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2018.

En la década de 1930, Picasso es una figura consagrada cuya práctica artística continúa evolucionando. El coleccionista y marchante Justin K. Thannhauser organizó la primera gran exposición de Picasso en Alemania. Más de 30 de sus obras –que abarcan sesenta y cinco años de creación– ingresaron en la colección de la Fundación Guggenheim en 1978 y 1991 gracias a las donaciones de Justin K. y Hilde Thannhauser, respectivamente.

Al final del camino, por Pablo Picasso, Barcelona, h. 1899-1900, óleo fluido y barra conté sobre papel verjurado, 47,1 × 31,3 cm, Nueva York, Solomon R. Guggenheim Museum, Colección Thannhauser, donación, Justin K. Thannhauser © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2018.

Entre las obras destacadas de la Colección Thannhauser se hallan Fernande con mantilla negra (1905-1906) y La mujer del pelo amarillo (1931). El tema de la primera es Fernande Olivier (de soltera, Amélie Lang), la amante de Picasso a quien había conocido en 1904. El artista creó más de sesenta obras protagonizadas por Olivier antes de la separación de la pareja en 1912. Aquí Picasso representa a una enigmática Olivier tocada con una mantilla tradicional. La mujer dormida en el lienzo de 1931 es otra de sus compañeras, Marie-Thérèse Walter, quien no solo se convirtió en tema recurrente en la obra de Picasso de la década de 1930 –mientras vivía con él–, sino que la representa en un momento de grácil sueño o reposo que, para el artista, era la representación más íntima.

De izquierda a derecha, Barcelona, h.1899-1900, óleo fluido y barra conté sobre papel verjurado, 47,1 × 31,3 cm, y Plaza Vintimille, 1909-10, color a la cola sobre papel marrón Kraft, montado sobre lienzo, dos paneles, izquierdo, 200,1 × 70 cm, derecho, 200,2 × 70 cm, ambas obras por Édouard Vuillard, Nueva York, Solomon R. Guggenheim Museum, Colección Thannhauser, donación, Justin K. Thannhauser © Édouard Vuillard, VEGAP, Bilbao, 2018.

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