Ovidio: amores y mitos

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Las Caballerizas del Quirinal (Roma) ponen el punto final a las celebraciones del Bimilenario Ovidiano con una exposición dedicada a la obra de este poeta y a sus infinitas fuentes de inspiración. Dividida en tres temas fundamentales, el amor, su desencuentro con Augusto y el mito, ilustrados con 250 obras de diferente género y cronología. Hasta el 20 de enero

“Ya he realizado una obra, que no podrán borrar ni la ira de Júpiter, ni el fuego, ni el hierro, ni el tiempo devorador… y mi nombre permanecerá imborrable. Y por donde se extiende la potencia romana en las tierras domadas, me leerá la gente, y por todos los siglos, gracias a la fama, si hay algo de verdad en las profecías de los poetas, viviré…” (Ovidio).

Concluyendo las celebraciones llevadas a cabo dentro del Bimilenario Ovidiano, las Caballerizas del Quirinal acogen la exposición Ovidio. Amores, mitos y otras historias, comisariada por la profesora Francesca Ghedini, dedicada a la obra del gran poeta latino y a sus infinitas fuentes de inspiración en las relativas representaciones figuradas antiguas y modernas. Ovidio combinó en sus composiciones la espontaneidad y la sencillez con un esmerado estilo, divididas en tres categorías: eróticas, mitológicas y poemas del exilio.

Sobre estas líneas y arriba, Leda y el cisne, fresco, 60-79 d.C., procedente de Herculano, Nápoles, Museo Arqueológico Nacional.

Así pues, un día entre el año 17 y 18 d.C., moría, en la más completa soledad y olvidado por todos, uno de los más elevados protagonistas de la latinidad: Publio Ovidio Nasón, elegante intérprete de la mitología griega y romana. Lo que sí se sabe es que el poeta nació en Sulmona (L’Aquila) en 43 a.C. y que vivió en Roma entre aristócratas e intelectuales, hasta que en el año 8 de nuestra era, por un motivo del que aún se ignora el contenido exacto, un severo edicto lo condenó a una relegatio definitiva en una localidad desconocida, Tomis, en el Ponto Euxino, situada en los límites del mundo conocido hasta entonces. Han transcurrido dos mil años desde entonces y Ovidio ha permanecido entre nosotros… Su influjo abarca no solo imágenes sino también expresiones vigentes como: “no puedo vivir contigo ni sin ti”, “en amor gana el que huye” o el término “narcisismo”, por su exitoso Narciso.

Cabe subrayar que entre las figuras máximas latinas, Ovidio se destaca especialmente por la amplitud de su producción literaria (variada de argumentos y capaz de dejar en la memoria colectiva la complejidad del universo de los dioses, héroes, jovencitos y ninfas) interpretando y creando, a veces, unos personajes inolvidables como el Hermafrodita de doble naturaleza, el ambiguo Narciso, el orgulloso Niobis y el impetuoso Fetonte, entre otros. Y no podía faltar “Leda y el cisne”, cuya imagen al fresco de una elevadísima calidad ha sido hallada en el dormitorio de una mansión en la vía del Vesubio, en Pompeya. La última maravilla descubierta en el sitio arqueológico.

Venus “Callipigia”, estatua de mediados del siglo II d.C., mármol blanco, Nápoles, Museo Nacional Arqueológico.

Su proficua obra poética se abre a numerosas perspectivas, como el conocimiento de la Roma de su época: los recorridos, el ocio, el centro de poder personificado por un princeps –listo y desprejuiciado, que logró transformar una constitución republicana en un régimen monocrático–, que previó el futuro de su ciudad y de su pueblo basado en el rigor moral y en una organización estatal con una aparente vuelta a la gran tradición republicana.

Frecuentando a los intelectuales “contestatarios”, el vate defendía los placeres del amor y anhelaba un imperio de estilo oriental, uniéndose al proyecto de Marco Antonio, rival de Augusto. Otra innovación ovidiana fue la que introdujo en la poesía, estrenando nuevas formas literarias: como el género epistolar dedicado a las heroínas traicionadas o la aplicación de principios de la didáctica en el arte de amar, ofreciendo un auténtico manual (lugares para los encuentros, trucos, engaños, y estratagemas para seducir, conquistar o abandonar a la persona deseada). Incluso desde su exilio en Tomis, supo crear nuevas fórmulas narrativas anticipando su novela autobiográfica, que tanto éxito obtuvo en época moderna.

Venus púdica, por Sandro Botticelli, h. 1485-90, témpera y óleo sobre tabla transferida a lienzo.

Su importancia estriba en que nos ayudó a comprender la cultura figurativa de sus tiempos. Desde la Edad Media hasta el Renacimiento, la fama del poeta siguió creciendo al descubrir los poderosos el valor significativo de los clásicos, decorando sus moradas con imágenes inspiradas en aquel universo poético del gran poeta.

En la exposición romana se concentran tres temas fundamentales: el amor, el contraste con Augusto y el mito, ilustrados con 250 obras de diferente género y cronología. Se trata de un entrelazamiento entre la poesía y el arte, es decir, entre las imágenes y las palabras, que extrae de la red de conexiones los recíprocos influjos entre los diversos lenguajes. Para ello, se vale de una serie de piezas cedidas por unos 80 museos italianos e internacionales, que crean una galería con obras maestras de prestigiosas colecciones públicas, como el Louvre, la National Gallery, los Uffizi, el Arqueológico de Nápoles hasta la Biblioteca Gotha de Alemania, el Eretria de Grecia o la Royal Danish Library de Copenague.

Amor y Psique, 60-79 d.C., fresco pocedente de Pompeya, Nápoles, Museo Arqueológico Nacional.

Estas obras refuerzan la narración a partir de la vida del poeta y de su difícil relación con el emperador Augusto, que, como comentamos antes, condenó al sumo poeta a la pena de un cruel exilio a orillas del mar Negro, donde murió implorando un perdón que nunca le llegó.

A lo largo del recorrido expositivo, se atraviesan siglos entre frescos procedentes de Pompeya, esculturas de época imperial, una treintena de antiguos textos, la Venus púdica de Botticelli y también recreaciones de las historias ovidianas realizadas por artistas desde el siglo XV al XVIII, como Ludovico Carracci (Caída de Fetonte), Tintoretto (Rapto de Europa), Tiziano (El nacimiento de Adonis), Ribera (Venus cubre el cuerpo de Adonis), Poussin (Triunfo de Ovidio), Batoni (Baco y Ariadna) hasta una excepcional incursión en el arte contemporáneo con la instalación en neón de Joseph Kosuth –que acoge al visitante–, inspirados por los textos ovidianos.

La Venus “Callipigia”, mediados del siglo II d.C., estatua de mármol blanco, Nápoles, Museo Nacional Arqueológico.

De hecho, recorriendo las espléndidas salas –creadas para su función expositiva– el espectador queda deslumbrado por los temas centrales de sus poesías: desde la mirada puesta en el universo femenino con los medios más seductores contrapuestos ante la severidad mitológica con sus sensuales figuras dando vida a los versos de Las Metamorfosis (que describe 250 mitos clásicos unidos por el tema de la transformación). Las divinidades del Panteón –Venus, Apolo, Diana y Júpiter– devienen en el mundo ovidiano víctimas de amores tan vehementes como ilegítimos o artífices de crueles venganzas o atroces castigos, como se puede observar en la trágica historia de Niobe, hija de Tántalo, obligada a presenciar la muerte de sus hijos, que queda representada por esculturas de reciente descubrimiento.

Maxima Proposito, por Joseph Kosuth, 2017, neón coloreado, Pescara, Collezione Donatelli.

El objetivo de las celebraciones de esta efeméride ha sido suscitar emoción y dar a conocer en toda su dimensión al poeta, que con sus versos fundó la cultura figurativa de Europa, y celebrar su retorno, ya vencedor, a Roma.

Carmen del VANDO BLANCO

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