Paul Cézanne: su faceta más humana

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Una exposición en el Museo de Orsay de París revisa el papel del artista como retratista. Un género del que llegó a pintar unos 200 cuadros a lo largo de toda su carrera artística, de los que 29 eran de su esposa Hortense y 26 de él como modelo. Un recorrido que parte del retrato del tío Dominique en 1860 y finaliza en 1906 con los de Vallier, su jardinero de Aix-en-Provence. Hasta el 24 de septiembre

Paul Cézanne (Aix-en-Provence, 1839-1906) es conocido sobre todo por sus paisajes y sus naturalezas muertas, géneros por los que fue considerado como uno de los artistas del siglo XIX que más influyó a las generaciones posteriores. Su forma única de construir formas a partir del color, y su enfoque analítico de la naturaleza, influyeron en los cubistas, los fauvistas y las vanguardias que les sucedieron. Matisse, al igual que Picasso, consideraba a Cézanne como “nuestro padre”.

Sobre estas líneas, Madame Cézanne en sillón amarillo, 1893-95, óleo sobre lienzo, 80,9 x 64,9 cm, Chicago, Art Institute. Arriba, de izquierda a derecha, Autorretrato con paleta, 1885-87, óleo sobre lienzo, 92 x 73 cm, Fundación E. G. Bührle,  y Madame Cézanne en el invernadero, 1891-92, óleo sobre lienzo, 92 x 73 cm, Nueva York, Metropolitan Museum of Art.

A pesar de que fue también un gran retratista, quizá esta faceta ha quedado un poco olvidada como demuestra el hecho de que esta es la primera vez que una exposición está dedicada a sus retratos.

Sin lugar a dudas, sus retratos permiten descubrir la faceta más personal, y por tanto, más humana de su obra. Paul Cézanne pintó casi doscientos retratos durante su carrera, incluyendo veintiséis autorretratos y veintinueve retratos de su esposa, Hortensia Fiquet.

El jardinero Vallier, h, 1906, óleo sobre lienzo. 65,4 x 54,9 cm, Londres, Tate.

La exposición Retratos de Cézanne del Museo de Orsay de París explora esta faceta del artista, sus características estéticas y temáticas, y destaca el diálogo entre obras complementarias y la ejecución de múltiples versiones de un mismo tema.

El enfoque cronológico de esta muestra permite estudiar la evolución del pintor como retratista y enfatizar los cambios que se van produciendo en la continuidad de su estilo y su metodología. También plantea la cuestión de su concepción de la similitud e identidad del modelo, así como la influencia que estos habrían ejercido sobre sus decisiones y el desarrollo de su práctica.

Retrato de tío Dominique con turbante, 1866, óleo sobre lienzo,

Las obras presentadas, procedentes de colecciones privadas y de prestigiosos museos de todo el mundo, van desde el notable retrato del tío Dominique de la década de 1860, hasta las últimas representaciones de Vallier, el jardinero de Cézanne en Aix-en-Provence, realizadas poco antes de la muerte del artista en 1906. Además, hay que destacar que se han logrado reunir los cuatro retratos de su esposa vestida de rojo.

Chico con chaleco rojo, 1888-90, óleo sobre lienzo, Londres, National Gallery of Art,

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