Las heroínas de Sandro Botticelli desde una perspectiva de género

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Tras ciento cincuenta años, por primera vez una excepcional exposición reúne dos obras clave de la última década de trabajo del artista italiano, Historias de Virginia e Historias de Lucrecia, dos tablas que formaban parte de un programa decorativo para una familia burguesa de Florencia, posiblemente los Vespucci. Accademia Carrara de Bérgamo (hasta el 29 de enero) e Isabella Stewart Museum de Boston (del 14 de febrero al 19 de mayo)

La Accademia Carrara de Bérgamo y el Isabella Stewart Museum de Boston reúnen este invierno por primera vez desde hace más de ciento cincuenta años dos obras clave de la última década de la vida de Sandro Botticelli (Florencia, 1 de marzo de 1445-17 de mayo de 1510). Historias de Virginia forma parte de la colección de la pinacoteca bergamasca desde 1891 e Historias de Lucrecia llegó al museo bostoniano tres años después, donde fue además el primer Botticelli que recaló en los Estados Unidos. Se trata de dos tablas para spalliera que formaron parte de un programa decorativo para alguna familia burguesa florentina, quizá para la de los Vespucci en Via dei Servi, de quienes Botticelli y su familia fueron vecinos en el borgo Ognisanti y con los que mantuvo estrechas relaciones a lo largo de toda su carrera.

Sobre estas líneas, Retrato de Giuliano de Médici, h. 1478-80, témpera sobre tabla, 59,5 x 39,3 cm, Bérgamo, Accademia Carrara. Arriba, de izquierda a derecha, detalles de Historias de Lucrecia e Historias de Virginia. Todas las pinturas de Sandro Botticelli (Alessandro di Mariano Filipepi).

Estas dos tablas vinculan además entre sí a dos figuras clásicas de la historiografía del arte italiano del Renacimiento, pues la Virginia llegó a Bérgamo como parte de la colección de Giovanni Morelli, que la había adquirido en 1871, y la Lucrecia fue comprada por Isabella Stewart Gardner por medio de Bernard Berenson, que la tenía por “una de las mejores” del maestro florentino, “que rivaliza con la Calumnia de los Uffizi”. Pero su valor principal radica en ser dos de las obras que fijan el lenguaje propio de la gran tradición de la pintura de historia europea.

Contemporáneas de La batalla de Anghiari de Leonardo y de La batalla de Cascina de Miguel Ángel, los dos frescos inacabados y hoy perdidos –y que solo conocemos por fuentes iconográficas indirectas– realizados para el Palazzo Vecchio, las storie de Botticelli construyen esos códigos en la escala doméstica propia de la pintura para spalliera, los frisos decorativos que se disponían en las habitaciones de las casas privadas a la altura de los respaldos y cabeceros.

Historias de Lucrecia, h. 1505, témpera sobre tabla, 83,3 x 176,8 cm, Boston, Isabella Stewart Gardner Museum.

Esta condición inaugural de toda una tradición presenta además el interés adicional de expresarse a través de dos historias épicas de la Antigüedad clásica, dos historias protagonizadas por mujeres que proceden de Tito Livio, pero cuya transmisión medieval había constreñido a la condición de emblema del pudor. Este salto cualitativo de dos historias femeninas al registro heroico presenta, por tanto, un sesgo desde la perspectiva de género extraordinariamente interesante y que no había sido puesto en valor hasta ahora.

En definitiva, ambas tablas son un catálogo exuberante de gestos y rostros que traducen, como pedía Alberti, los affetti e moti; un catálogo –y es imprescindible tener esto en cuenta– que está siendo creado en ese mismo momento. La sutil superposición del espacio basilical en que se desarrolla la historia de Virginia y el ostentoso arco de triunfo que organiza las escenas de la de Lucrecia se funden con el panorama urbano florentino del fondo y dan la clave de la lectura política de ambas historias, solapando la república florentina con la romana.

Historias de Virginia, h. 1505, témpera sobre tabla, 83,3 x 165,5 cm, Bérgamo, Accademia Carrara.

Los dos museos arropan la inédita exhibición conjunta de las dos tablas con otras obras del contexto botticelliano contemporáneo. En Bérgamo, donde la exposición se titula Le storie di Botticelli. Tra Boston e Bergamo se pueden ver hasta el 29 de enero junto al resto de obras del maestro que conserva el museo bergamasco más algunos préstamos, principalmente obras religiosas de la misma época que contrastan vivamente con el estilo y el planteamiento de las storie. En Boston, en cambio, donde la muestra se titula Botticelli: Heroines + Heroes, las dos tablas se comparan entre el 14 de febrero y el 19 de mayo con las historias de Zenobio de la National Gallery de Londres y el Metropolitan de Nueva York, donde el pintor desarrolla este lenguaje narrativo en el contexto de una historia religiosa a una escala similar.

José María FAERNA

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